Un alto porcentaje de las personas que vienen a mi consulta son mujeres que están afrontando una ruptura de pareja, sea porque están en proceso de dejar la relación, porque la han dejado o porque han sido abandonadas. Cada una de estas tres tipologías de consultante tiene sus características, pero aquí he querido dirigirme principalmente a las dos últimas, es decir, a aquellas que están en atravesando el proceso posterior a la ruptura.

El periodo que sigue a una separación de pareja es muy particular, algunas veces genera emociones muy intensas inmediatamente, otras veces estas llegan más tarde, todo depende de las circunstancias de la ruptura. Muchas personas hablan del dolor que comporta separarse, de la culpa, de  la incertidumbre y la ansiedad, así como de los momentos de inusitada libertad y euforia. Acopiar estrategias que sirvan para atravesar una separación es una tarea extensa, por eso me propongo abordarla en una serie de artículos comenzando por este, en el cual quiero recoger 5 sugerencias para atravesar más enteramente este periodo.

1. Acepta lo que te pasa: Si estás suscrita a mi newsletter desde hace tiempo, sabrás qué insistente he sido con este tema, y es porque ¡de verdad es muy importante para disminuir el sufrimiento!. Una cosa característica de los seres humanos que he mencionado muchas veces en mis artículos es que tendemos a huir de los sentimientos que no nos gustan. Las rupturas no son la excepción a esta regla: no queremos sentirnos tan defraudadas, o estamos decididas a no permitir la nostalgia, la tristeza, el miedo, la rabia, o incluso la alegría de no estar más en esa relación o de pasar una buena noche de fiesta sin culpas. Sin embargo, te quiero contar que todas estas emociones son características de las rupturas y que si se presentan no las podrás evitar. Simplemente están allí para ayudarte a hacer tu proceso. Tómalas como visitantes que vienen y luego se van -sólo si las dejas entrar, de lo contrario te siguen tocando la puerta, se hacen más insistentes y fuertes allí fuera- y siéntate con ellas a tomar el té, como Buda con Mara (hablo de ello en este artículo). Acoge cada emoción sin juzgarla, al fin y al cabo, es sólo eso, una emoción, y en su naturaleza fluida se irá si no haces nada por retenerlas.

2. Di “no” al drama: A pesar de lo dicho en el punto anterior, a veces hacemos cosas para retener una emoción y la exageramos y teatralizamos porque queremos presentarnos desde ella ante el mundo y ante nosotras mismas. Entonces aparecemos como la víctima, o la chica que sufre por su amor, o la chica enfadada y orgullosa, o la liberada y libertina que no mide consecuencias, etc. Así, asumimos un disfraz que no nos pertenece ni corresponde con quienes somos realmente. Actuamos personajes que no son auténticos más que, quizá, en una porción. Dado que son ficticios, nos impiden acceder a las herramientas que nuestro yo más real tiene para lidiar con el duelo, y a menudo lo prolongan o lo complican.

Por nuestra constitución cerebral y cultural, el drama parece muchas veces el escenario lógico tras una ruptura: Hemos visto mil veces en las películas de Hollywood -y básicamente en todas partes- estereotipos al respecto que dicen separarse es algo terrible (o maravilloso), que hay que embriagarse, bailar con una almohada que tiene por funda la camisa de tu ex y luego querer no estar viva/salir de “cacería”. Pero te pregunto, visto en perspectiva ¿A quién le parece esto sensato o siquiera necesario? A menudo he encontrado que, aparte del placer que da personalmente el drama, muchas personas lo hacen porque creen que se espera de ellas, o consideran que de esta manera obtendrán la atención, consideración y cariño que requieren en este periodo.

La buena noticia es que si exploras un poco puedes encontrar qué hay de verdadero en tus fantasías o personajes y hallar formas asertivas de pedir lo que necesitas o de expresarte. La otra buena noticia es que puedes darte el permiso de vivir el duelo como tú lo sientes, midiendo tu temperatura en cada momento. No estás obligada a estar bien, ni a ser fuerte, ni tampoco a estar triste ni a guardar un luto que puede no parecerte auténtico, ni a ser o estar de ninguna otra forma. Decirle no al drama es permitirte ser quien tú eres y atravesar el duelo desde tu autenticidad.

3. Céntrate en lo que necesitas y en tu realidad: Así pues, te puedes centrar en ti. Quien era tu pareja paulatinamente deja de ser tu responsabilidad y está bien que comiences a preocuparte más por tus emociones y por tu vida, que por las suyas. Algunas de mis pacientes sufren mucho más por lo que se imaginan que está sintiendo el otro que por cosas reales (“él de seguro está feliz”, “ella debe estar sufriendo mucho”, “yo creo que me odia”). A menudo, cuando pueden constatar estas ideas se dan cuenta que son falsas, ¡cuánto sufrimiento gratis a causa de estar proyectando las emociones del otro! Otra forma de no estar en la realidad es pensando que  aparecerá un príncipe encantado para salvarte, o que todo va a volver atrás y vendrá tu ex -que de la noche a la mañana se ha arrepentido y transformado en dicho príncipe- para volver a empezar contigo una relación en tus términos. La frustración que trae aterrizar en la realidad (una y otra vez), puede instigar fuertes emociones en una gama desde la rabia hasta la profunda tristeza.

Mi sugerencia es que cambies el sufrir por fantasías por el volver a ti, que te ocupes de lo que tú necesitas para sentirte mejor, estar más centrada y cuidarte. Recuerda que la única persona sobre la que tienes poder eres tú misma, y que pensar al respecto de los sentimientos ajenos –sean reales o no- no cambia nada. En cambio, puedes invertir tu poder en hacerte el bien, y en centrar tu mirada en construir una realidad satisfactoria para ti.

4. Tomate el tiempo para sanar y hazlo como mejor quieras: Como ya he mencionado, una de las dificultades para vivir los duelos cuando nos separamos de la pareja es que queremos hacerlos caber en el corsé de lo que la sociedad espera en este periodo. Las expectativas sociales pueden ser contradictorias dependiendo de dónde provengan: Que tienes que esperar tiempo/ya estar lista, que tienes que llorar/no llorar, que debes hacer esto o aquello… Así pues, una de las preguntas más frecuentes es “¿la manera como estoy viviendo mi duelo es normal?”. A la cultura le encantan los dictámenes sobre lo que es bueno o es malo, pero realmente sólo tú sabes qué te hace bien o mal. El tiempo que dure tu duelo y la forma en que se dé dependerá de muchas cosas: La duración y la calidad de la relación que terminó, por ejemplo. También dependerá de lo que hagas en ese tiempo, así que haz lo que mejor te siente: si es estar sola, está sola, si no, estate acompañada de quien tú elijas. Date la oportunidad de hacer tu duelo a tu manera pues nadie conoce mejor tus circunstancias que tú misma.

5. Pide ayuda si lo necesitas: ¿Tienes una mudanza grande que hacer? ¿Te sientes atascada en un círculo emocional de sufrimiento? ¿Tienes una firma de papeles para la que no te sientes aún preparada? Si sientes que no puedes sola ¡Pide ayuda! Llama a buenos amigos, familiares o profesionales para que te den una mano. Estar separada no tiene por qué significar que el mundo te caiga sobre los hombros, date la protección que necesitas y bríndate apoyo. Pedir ayuda estrecha las relaciones, hace los procesos más fáciles y rápidos y es práctico en muchos sentidos. Al dejarte apoyar estás dando una señal de tu capacidad adulta de gestionar tus necesidades, así como de tu fuerza y valentía. Si tienes un estigma de que debes poder con todo tu sola, este es el momento perfecto para deshacerte de él y permitir que la dulzura y el amor que otros sienten por ti entre a tu vida. Ser capaz significa saber hacer uso de las herramientas que tienes, sean externas o internas. Hacerlo oportunamente, es la sabiduría.

El camino de pasar por una ruptura puede ser muy variopinto y dependerá de las herramientas con que contamos, el periodo de la vida en que nos encontramos y muchas variables más. Espero que estas herramientas puedan serte de utilidad para vivirlo con autenticidad, amor propio, amabilidad y valentía.

 

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