La Regla de oro es un principio moral que desde la perspectiva budista se expresa como “No trates a otros de maneras que tú mismo encontrarías hirientes”. Esta regla enuncia el principio de alteridad, que en la humanidad se ha considerado por milenios esencial para regular las relaciones entre congéneres. Dentro de su postulado, se esconden implícitas diversas cualidades de las relaciones sanas y fértiles, tales como el cuidado, la amabilidad, la compasión y la empatía. En este post quisiera ocuparme de dos cualidades más a las que apunta la regla de oro y que son ingredientes cardinales a la hora de generar felicidad: la reciprocidad y la confianza.
En un reciente estudio de la Universidad de Harvard, se menciona que se recopilaron datos por 75 años sobre qué aspectos de la vida fundaban felicidad duradera y satisfacción vital en dos grupos de hombres: uno estaba compuesto por estudiantes de Harvard y el otro por chicos provenientes de un barrio bajo de Boston. En ambos grupos, los sujetos fueron monitoreados por largo tiempo en la medida en que crecían y se desarrollaban sus vidas, se les sometió a exámenes físicos y a cuestionarios periódicos, etc. La conclusión a la que se llegó fue que la calidad de nuestras relaciones –y no nuestro estado de salud, riqueza o fama- era la característica más relevante a la hora de predecir la felicidad. La conexión social es importante, eso lo sabíamos, pero más allá de esto, el estudio reveló que aquellas personas que tenían relaciones con su familia, amigos y parejas basadas en el mutuo apoyo y del estilo “sé que puedo contar contigo”, puntuaban más elevadamente en los índices de felicidad. A esta característica de las relaciones me gustaría llamarle aquí “confianza”.
La confianza es una sensación de firmeza y recogimiento en el vínculo que juega un papel fundamental en nuestra sensación social de seguridad y de bienestar. Esto lo sabemos los humanos desde siempre, por eso aparentemente valoramos los vínculos honestos y el compañerismo, y en contrapartida tenemos reacciones tan fuertes de ira y asco frente al engaño y la mentira. Sabiéndolo de hace tanto, la pregunta es: ¿por qué no tenemos ya en nuestras vidas relaciones de confianza? La respuesta, creo, es que muchos queremos la incondicionalidad de otro sin el duro trabajo que es aprender a amar bien nosotros mismos, encarnando la fiabilidad y el sostén y cultivando las relaciones en donde dichos atributos puedan emerger. Las relaciones nos cuestan, nos rozan, y más aún nos cuesta la reciprocidad que significa salir de egoísmo y dar. Aprender a amar y a permanecer es una gran tarea.
Sabiendo que las relaciones de confianza son el sustrato de la felicidad, el lugar para comenzar pues es convertirnos en personas confiables nosotros mismos. Debemos desarrollar nuestra habilidad de dar un amor de buena calidad, recíproco, y de regirnos por nuestros principios éticos, que necesitan entonces fortalecerse y dejarse ver transparentemente en la relación con el otro. Esto es algo que nuestros hermanos los primates saben muy bien: En diversos estudios realizados con gorilas y otros monos, se ha mostrado que en situaciones de injusticia los monos son capaces de rechazar un pago ventajoso para sí para solidarizarse con otro que no lo recibe, manteniendo a cambio la cohesión de grupo. Esta conducta es recíproca de diversas maneras, y cuando no lo es, se ve socialmente penalizada. Los monos entienden que una parte sustancial de hacer parte de una comunidad que protege y cobija es velar por el bien de todos, actuar desde el egoísmo prosocial: beneficiar a otros me beneficia. La confianza y la reciprocidad a menudo van de la mano.
Cultivar nuestras relaciones y hacerlas campo de la confianza y la reciprocidad es algo que podemos comenzar a explorar en el día a día, clarificando nuestros principios y rigiéndonos por ellos (también dejando de colaborar con aquellos que los infringen). Para ti, ¿cuáles son los valores que te gustaría reforzar y explorar este año? ¿Cómo quieres ponerlos en práctica con quienes te rodean? ¿En qué vínculos quieres animarte a ofrecer y dar?

Esperando que sea de ayuda para construir un mundo mejor y más feliz. ¡Hasta la próxima!

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