En los procesos de crecimiento desde la perspectiva de la psicología budista hay normalmente un momento fundamental en que uno se da cuenta que no es necesario creer los propios pensamientos. Ese desapego resulta liberador y es el comienzo de una nueva manera de relacionarse con uno mismo y con los otros. Las personas estamos acostumbradas a creer todo lo que pensamos, pues a partir de los pensamientos la mente configura nuestra realidad; incurrimos en el error de pensar que esta es LA realidad y no adoptamos hábitos de higiene mental que nos permitan inquirirla para tener relaciones más sanas y para vivir más satisfactoriamente. Una vez escuché a un monje zen decir que la mente es un órgano secretor; una idea bastante gráfica y clara de la manera en que esta se recrea en sus propias producciones, y que sugiere de manera inmediata la necesidad de asumir prácticas para limpiarla periódicamente. El artículo de hoy abordará uno de los métodos más útiles que conozco para ello.

Hace unos años conocí una herramienta que desde entonces ha sido uno de los pilares tanto de mi trabajo con otros como de mi propio proceso individual: The Work (El trabajo), de Byron Katie, la famosa conferencista y autora estadounidense. Éste es una forma brillante de investigación en las propias creencias y pensamientos que nos causan sufrimiento, que permite desarticularlos e incluso ver la manera en que los creamos. En los años más recientes, el método en sí ha estado potenciado por la influencia del MIndfulness que lo ha llevado a un nivel sublime: al método de investigación se ha sumado una manera de explorar curiosa, abierta y centrada, propia de la práctica meditativa.  El Trabajo es especialmente recomendado cuando crees que tu sufrimiento se origina en una relación (personal, laboral o familiar), y recoge una serie de cuestionamientos que permiten atrapar tus pensamientos y emociones en torno a esta, para posteriormente someterlos a análisis. El resultado normalmente es una perspectiva más amplia y una mirada mucho más compasiva, que nos habilita para discernir entre lo concreto de la realidad y todo aquello que construimos por nuestra cuenta. Es impactante cuánto vivimos en nuestra imaginación, y es también muy revelador darnos cuenta que aquello que nos daña es -en un porcentaje considerable- una producción nuestra, y que podemos elegir no creerlo, liberarnos.

Para efectos de la brevedad, y con el ánimo de dejaros una herramienta útil y práctica, aquí sólo comentaré cómo se realiza la parte de investigación de El Trabajo, pero para quienes queráis saber más, al final os dejo un link donde acceder a todo el proceso, con una guía paso a paso para desarrollarlo. El trabajo de investigación que sugiere Katie se basa en 4 preguntas clave en torno a cada pensamiento que deseemos inquirir: 1.)¿Es verdad? 2.) ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza? 3.) ¿Cómo reaccionas, qué sucede, cuando crees ese pensamiento? 4.) ¿Quién serías sin el pensamiento? Tal como expliqué antes, el método gana mucho si lo emprendes con curiosidad, con auténtico espíritu de aprendiz y desde un lugar centrado. Para conseguir esto, puedes enfrentar cada pregunta cerrando los ojos y respirando, permitiendo que más allá de la respuesta automática emerja una respuesta profunda y más verdadera. Igualmente, es importante señalar aquí que una clave de las respuestas es mantenerlas cortas, sencillas. Recordemos que la mente es un órgano secretor, y si le damos rienda suelta comienza con los “peros” y los “sin embargos”. Respiremos y mantengamos la atención en nuestro propósito de indagar, en vez de extendernos y resistirnos.

A continuación os pongo un ejemplo de cómo inquirir con las 4 preguntas clave:

Supongamos que el pensamiento que queremos trabajar es: “MI familia no me gusta, está llena de problemas“. Entonces comenzamos nuestra práctica con la primera pregunta: ¿Es verdad? Cierra los ojos y respira. ¿Es verdad que tu familia no te gusta? ¿Es verdad que está llena de problemas? Si la respuesta es “no”, por ejemplo, si respondes “no, no es verdad, mi familia sí me gusta, hay muchas cosas de ella que me gustan”, y “Llena de problemas es un poco extremo, sí hay problemas, pero no sólo”,  puedes pasar directamente a la pregunta 3. 

En caso de que hayamos respondido “sí” a la primera pregunta, debes pasar a la pregunta 2: ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?, por ejemplo, ¿puedes saber que es tu familia la que es problemática y no el contexto social, económico o espiritual en la que se enmarca?, ¿puedes saberlo con total seguridad?  Respira, deja que la pregunta te toque. Si  tras hacerlo aún no sientes que tu mente ha aflojado, quizá sea mejor que hagas el ejercicio en otro momento, cuando tu aprendiz esté en una mayor disposición y apertura. Si en cambio la confrontación con la certeza absoluta consigue poner en entredicho tus conclusiones, pasa a la pregunta 3.

Pregunta 3: ¿Cómo reaccionas, qué sucede, cuando crees ese pensamiento? Observa qué sucede en tu cuerpo cuando crees el pensamiento de que no te gusta tu familia, y que está llena de problemas. Quizá sientes rechazo, tensión, vergüenza, culpa. Date un momento para observar lo que este pensamiento genera en ti, permítete darte cuenta de que esta reacción es causada por el pensamiento, no por el hecho concreto (no por tu familia, si seguimos el ejemplo). Pasa entonces a la pregunta 4: ¿Quién serías sin el pensamiento? La respuesta podría ser por ejemplo: “sería una persona más compasiva, más libre, más feliz. Sería un mejor hermano o hijo, o padre”, etc. Lo fundamental es que consigas imaginar realmente lo que significaría no tener ese pensamiento. Otra manera de formular esta pregunta es plantearse el escenario en que pensar ese pensamiento fuese imposible, en que tu cerebro no pudiese producir ese pensamiento. ¿Cómo serían tus relaciones? ¿Quién serías tú en ellas? Déjate sentir en el cuerpo cómo es estar libre de ese pensamiento.

En el método completo, después de la indagación corresponde un ejercicio que sirve mucho para terminar de asentar la perspectiva amplia sobre el pensamiento que estamos trabajando. Si la técnica os ha sido sugerente hasta aquí, os recomiendo que sigáis este enlace para saber más. Espero que la parte de El Trabajo que os expongo sea de tanta ayuda para vosotros como lo ha sido para mí a lo largo de los años.

Agradeciendo vuestra práctica, me despido hasta la próxima.

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