Como es afuera es adentro, concuerdo con el principio metafísico. Por eso, cuando queremos entender los procesos de transformación en los que nos embarcamos a raíz de una crisis o un cambio de momento vital o de contexto, podemos buscar símiles afuera, en la naturaleza. Un ejemplo clásico de esto, por supuesto, es la mariposa con sus tres etapas de la metamorfosis (¿o cuatro?).  En este post quiero abordar cómo se vive cada una de estas en el paralelo humano, lo cual es algo que a menudo explico a mis clientes y que he comprobado que resulta iluminador a la hora de comprenderse y ubicarse en el proceso.

1. Oruga y construcción de la crisálida: Usualmente los clientes comienzan un proceso de psicoterapia a raíz de estar en este primer punto. Es un momento de buscar, de introducir nueva información, nuevos paradigmas. Lo que ocurre en este momento es que la manera en que hemos estado viviendo, comportándonos, relacionándonos, o lidiando con nuestras emociones hasta el momento, comienza a parecer obsoleta y poco funcional. Se caracteriza por un fuerte malestar vital, dolor, angustia y ansiedad, e irrupción de muchas sensaciones desconocidas y displacenteras. Necesitamos herramientas diferentes para afrontar la vida, nuevas  formas que nos nutran y nos otorguen nuevos caminos y posibilidades que no contemplábamos. Leeremos libros de auto ayuda o de psicología/espiritualidad, comenzaremos a llevar alguna práctica nueva como la meditación o el yoga, y/o aceptaremos el consejo de algún buen amigo de ir a ver un terapeuta, coach o sanador. En este periodo, podemos pecar de voraces: Sea por un malestar interno o externo, nuestra necesidad de cambio y la desesperación en ocasiones, nos hace querer hacerlo todo, probar qué funciona para recuperar el equilibrio. Con este material y los nuevos imputs que recibimos se va construyendo la crisálida.

2. Crisálida: El cambio que comenzó a propulsarse en el estado oruga, cada vez se asienta más y toma nuevo hogar en nuestras prioridades, creencias y hábitos. Empezamos a no encontrarnos cómodos en círculos sociales que apenas unos meses antes frecuentábamos sin problema, a sentir que no pertenecemos, a reprobar conductas o discursos con los que habíamos estado cómodos y a no compartir formas de vida con las que comulgábamos.  El efecto de esto es que comenzaremos a aislarnos, a no querer frecuentar amigos o lugares usuales y en cambio, desear estar más tiempo solos en casa: en nuestra crisálida. Este es un momento de alta reflexión y desarrollo, lo viejo se remueve para que nazca lo nuevo y esto implica mucha confusión, duelo, debate interno, sensación de no encajar, de ser raro, tristeza, miedo y autocuestionamiento de los motivos para desear tan apremiantemente estar en soledad. Al final, es sólo eso: el cambio se está cociendo. Esto puede durar desde meses hasta años. Será indispensable que nos despojemos de aquello que ya no necesitamos para poder construir el capullo.

3. Ruptura de la crisálida y Mariposa: En la medida en que el proceso de transformación está más avanzado, comenzamos a asentarnos en un nuevo estado de conciencia, con una visión del mundo renovada que se va solidificando cada vez más. Aquí puede ocurrir un estallido de vitalidad y fuerza, alta sensación de belleza, plenitud, dominio de la propia vida, veracidad y autoestima. Es un momento de mayor comodidad con uno mismo, de felicidad, y también de cierta violencia, la necesaria para romper el cascarón y mostrarse con la nueva identidad al mundo. Hay que tener valentía suficiente y asegurarse de que la fase de crisálida realmente se ha completado, antes de romperla prematuramente, pues esto puede resentir y a veces truncar gravemente el proceso de cambio. Si por el contrario, se ha finalizado la etapa exitosamente, estaremos listos para nuestra libertad ganada: la de la autenticidad de ser aquello que hemos descubierto nuevo de nosotros mismos estando en aislamiento. ¡Estamos listos para volar!

4. Muerte: Dada la naturaleza cíclica de la vida, ese estallido también tiene su fin, y tendrá que estabilizarse y luego apagarse nuevamente para que comience otra vez la rueda. El malestar propulsa el cambio: la crisis es fundamental para el crecimiento humano, quien no vive crisis no crece. Espero que esta perspectiva ayude a amigarnos y desestigmatizar los momentos duros de la vida, porque es en ellos donde están las puertas para encontrarnos con la máxima riqueza de nosotros mismos. Sin oruga no hay mariposa.

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