Si quieres que los demás sean felices, se compasivo. Si quieres ser feliz, se compasivo. 

S.S. Dalai Lama

En mi post pasado sugerí que era importante para las mujeres dar un sentido superior a su vida creando en el mundo cosas que fueran más grandes que ellas, que sus hijos y que sus parejas. Ahora me pregunto, ¿Es esto necesario sólo en las vidas femeninas?

Una de las más básicas premisas budistas es que todos los seres desean ser libres del sufrimiento, todos desean ser felices. Pero ¿de qué hablamos cuando decimos que somos o no felices? ¿Nos referimos a una emoción, un sensación, un estado? Lo que significa ser felices tiene matices; se han dado múltiples definiciones para lo que es la felicidad a lo largo de la historia así como fórmulas para alcanzarla. En la tradición budista, la felicidad se define como un estado de paz y bienestar perpetuo que se consigue con la iluminación. Para acercarnos a ella, el primer paso es reconocer que el sufrimiento hace parte de la vida, que este se debe a ilusiones que no conseguimos develar debido a cierta ignorancia constitutiva, y que una de sus causas más profundas es el apego. Para lidiar con estas tres nobles verdades de la existencia, los maestros sugieren la práctica de la compasión, la amabilidad, la ecuanimidad y la calma. La intención de ser una buena persona, de cuidar también la felicidad de los otros y ser amables con ellos se asocia así mismo con la felicidad. En este punto, el budismo se comunica con el Confucionismo y con muchas otras tradiciones filosóficas que se han preguntado por la felicidad. Por ejemplo, Aristóteles identificaba la felicidad con tener una vida plena de actos virtuosos y señalaba la importancia que tiene para ello poder gestionar nuestras emociones e impulsos adecuadamente.

Como podéis ver, lo que estas tradiciones nos aportan dista mucho de los enfoques hedonistas según los cuales la felicidad es equiparable con el placer. Para aquellas, podemos decir que la felicidad es una conquista y una construcción que también involucra nuestros actos de cara a los otros, no sólo el propio bienestar.  Las acciones que llevamos a cabo en la vida construyen nuestro ser y pueden darnos el sentido de gratificación y bienestar que reportamos cuando decimos que somos felices. Independientemente de las variables culturales (e.g. sabemos bien que la cultura occidental es más individualista que la oriental), la felicidad de los otros también es importante en la propia sensación de bienestar; sentir que con mis actos contribuyo a que un número de personas de menos a más, sean también felices, y que no contribuyo a que sufran, tiene efectos en mis emociones positivas y por ende en mi percepción de la felicidad.

Si esto es así, entonces, independientemente de si eres mujer u hombre, has de saber que tu acción cooperativa con otros, el desarrollo de tu compasión hacia un círculo creciente de personas y tu capacidad de entregar tu tiempo a algo más grande que tú, de construir con otros algo trascendente que contribuya al bienestar común, tiene un impacto en tu ser feliz. Reflexiona entonces: ¿Qué estás haciendo para construir una felicidad duradera? ¿Qué inquietudes solidarias has tenido y aún no pones en marcha? ¿Qué nuevas acciones quieres emprender para cimentar un presente y un futuro llenos de gratitud, alegría, regocijo y amor?

Si quieres recibir en tu correo nuevos artículos de psicología con esencia budista con herramientas prácticas, puedes suscribirte a mi newsletter aquí:

Si te sientes identificada o identificado y quieres hacer una consulta on-line conmigo, contacta conmigo.

¡Gracias!

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies