In the end theese things matter most: How well did you love, how fully did you live and how deeply did you let go. 

Buda

Todo lo que comienza termina; el nacimiento termina en la muerte, esa es la naturaleza de la vida y aunque lo sepamos, sufrimos cuando esta realidad nos toca. La partida de un ser querido (un familiar, un maestro, un amigo, una mascota) nos pone en contacto con la impermanencia y con el profundo dolor que esta nos genera. Sea que ya haya muerto o que sepamos que va a morir, el dolor de la pérdida se instala donde mismo está el apego, tan natural en nosotros como doloroso. ¿Cuántas veces has escuchado en contextos de crecimiento que debes “dejar ir/soltar” el dolor de una pérdida? Este noble consejo a veces llega a nosotros desde el amor y a veces desde la dureza o el fastidio de alguien que no quiere escucharnos lamentar, llorar o mostrar dolor. Lo cierto es que muchas veces queremos seguir esta directriz, que tenemos la disposición para soltar, que lo deseamos con todas nuestras fuerzas, pero no siempre se cumple nuestro plan. A veces el consejo de soltar llega demasiado pronto y sirve sólo para culpabilizarnos por no estar 100% bien o para avergonzarnos por no ser de otra manera, es entonces cuando un enfoque amoroso y pleno de aceptación sobre el duelo puede realmente potenciar nuestra capacidad de dejar ir. Este post está dirigido a quienes están atravesando por una pérdida; en él os doy 6 claves para transitarla de manera compasiva y centrada.

  1. Reconoce cómo te sientes: En el periodo de duelo es común tener un rango de emociones amplio y en algunos casos desconocido. Tómate el tiempo para mirar dentro de ti y ver qué es lo que sientes, nombrándolo y localizándolo en el cuerpo. Valida cada emoción, por el simple hecho de que existe y es real para ti, sin pasarla por el tamiz de lo que deberías o no sentir, y permite que esté sin luchar, sabiendo que resistirse es en vano.
  2. Recuerda que el tiempo no existe en el inconsciente : Algunas personas sienten vergüenza porque su duelo no ha terminado en el plazo que ellos tenían destinado, porque ha comenzado antes de lo supuesto (por ejemplo en caso de enfermedad) o porque lo están viviendo más intensamente de lo que ellos mismos u otros esperaban. Esto desconoce que el duelo es un proceso variable y que tú eres sólo un humano. La vergüenza sólo entorpece el desarrollo que es único y como tal no necesariamente obedece a estándares. Toma tu duelo un día a la vez, una hora a la vez o un minuto a la vez, según lo requieras. Ten paciencia contigo sabiendo que habrá momentos malos, buenos y regulares independientemente de cuánto tiempo ha pasado.
  3. Ama lo que es: La pérdida es una experiencia que tiene el potencial de ser muy transformadora si nos dejamos permear por ella. Puede enseñarnos a apreciar la vida desde un ángulo diferente, llevarnos hacia un nuevo derrotero profesional o entregarnos a la profundidad de un camino espiritual. Pero para que esto ocurra es necesario que nos entreguemos a ella como amantes, sin reservas, sin peros y sin luchas, dejándonos enseñar por cada momento lo que tiene para revelarnos sobre la existencia, sea dulce o amargo.
  4. Cuídate: Cuando estás en tu punto más vulnerable es cuando más necesidad de ternura tienes, y cuando la amabilidad puede también cavar más dentro tuyo permitiendo un nuevo florecer. Cuídate como una madre a su hijo recién nacido, con dulzura y pasión. Vela por tu alimentación, tu sueño y tus necesidades de otro orden que aparezcan, tales como la necesidad de esparcimiento, de contacto o de cariño.
  5. Participa de los rituales: En las raíces de nuestra psique está lo que compartimos como especie, ese fuero colectivo de lo que somos como humanidad.  De ahí la importancia de los rituales tanto en el nacimiento como en la muerte: ambos honran la vida, la reconocen como un gran regalo que termina.  Tomar parte en los rituales es importante  en el duelo, permitiéndonos compartirlo con otros que también están pasando por lo mismo. Así podemos presenciar que nuestro sufrimiento no es individual y descansar en el grupo, des-centrarnos y también acompañar a otros que lo necesitan tanto como nosotros.
  6. Da las gracias por lo que sí tienes: Lo lleno y lo vacío, ambos son realidades de la vida. Junto a la pérdida convive lo que sí está. Hay vida después de la muerte, la vida que está en ti y la de todos los seres que te acompañan. Si la entrada de sentimientos positivos en tu duelo te hace sentir culpable, retorna al punto 1 ;).

Se requiere gran coraje para estar presente con el dolor de la muerte. Gracias por tu valentía y por tu intención. ¡Hasta la próxima!

 

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