Dentro del camino de desarrollo desde la perspectiva budista abrir el corazón es una prioridad, abrirlo a todos los seres comenzando por nosotros mismos y las personas que nos rodean. Una manera de conseguir esto es ejercitar -consciente y deliberadamente- nuestra capacidad de ver la bondad en los ojos del otro, ver aquello que es hermoso, inocente, dulce o amoroso. Ver la bondad es lo que se ha llamado “expandir nuestro círculo de afecto”, y el gran beneficio de ejercitarnos en esto es que en la medida que practiquemos, nos daremos cuenta no sólo que nos abre a la experiencia y a la relación amorosa con los otros, sino que algo de la belleza que vemos en ellos se conecta también con la nuestra propia, permitiéndonos así un sentimiento de conexión, pertenencia y auto-compasión.

Para que comencemos a entrar en materia, me gustaría hacerte una pregunta que Jack Kornfield hace en una de sus charlas respecto a la amabilidad bondadosa: ¿Cómo ha afectado tu vida el hecho de que alguien haya visto tu propia bondad? Date un momento para recordar aquellas personas que te han amado y te han recordado tu belleza independientemente de tus éxitos o fracasos, de si eres bella/o o no, enferma/o o sana/o, o si encajas dentro de ciertos parámetros o te desvías de ellos. Recuerda cuándo una mirada de aceptación te permitió perdonarte, cuándo alguien abrió su corazón para ti en un lugar donde tú misma/o lo tenías cerrado. Observa.

Estar en contacto con nuestra bondad nos hace bien. Cuando ves la bondad en otros beneficias no sólo a ellos, sino que también tú permaneces con la sensación de amorosidad, tan llena de oxitocinas y conexiones corticales posibilitadoras. También, en algunas ocasiones ver la bondad es contagioso y se extiende de una persona a la siguiente creando un círculo de compasión que va más allá de tu influencia directa. Practicar el ver la bondad en todos los seres sirve a muchos niveles. Por esta razón, me gustaría daros un par de ejercicios para inspiraros.

1. El primero es sencillamente, intencionadamente, intentar ver la bondad en cada ser. Simplemente poner tu atención y focalizarte en la belleza de cada ser, ya es bastante. Algo que puede ser de ayuda en esta tarea es ejercitar tu propia amabilidad consciente, para ello te propongo el siguiente ejercicio: Cada semana realiza al menos un acto amable aleatoriamente, con el objetivo de mostrarle a otras personas que importan, que te interesan o que son amadas. Cualquier acto vale, sea una palabra amable, prestar tu ayuda desinteresada, compartir tiempo con alguien que lo necesita, hacer un gesto de aliento o reconciliación. Cualquier cosa. Importante: Observa qué ocurre dentro tuyo y en el otro cuando haces esto.
2.  Este segundo ejercicio es para la capacidad de ver tu propia bondad. Algunas personas no se animarán a hacerlo porque en general luchamos con nuestra propia luz, nos avergonzamos de ella. ¿Has notado cómo normalmente es fácil que alguien hable de sus defectos por largo rato y qué difícil es que hable de sus cualidades extendidamente? Me gustaría animarte a que te armes de valentía y hagas este ejercicio: Selecciona 10 personas cercanas a ti (personas que te conozcan un poco y puedan dar feedback informado) y pídeles que escriban un par o tres  líneas sobre la bondad que podrían haber visto en ti en cualquier momento en vuestra historia compartida. Colecciona las respuestas y léelas observando qué ocurre en ti, las sensaciones en tu cuerpo, tus pensamientos, emociones, etc. ¿Qué hay de nuevo gracias a estas palabras que te envían tus allegados?

Esperando que pueda ser de utilidad para ti y te permita entrar en contacto más a menudo con tu bondad y la de todos los seres, te agradezco por tu práctica.

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