Muchas de las personas que vienen a visitarme en consulta, tienen inquietudes sobre lo que es el amor por uno mismo y en algún momento necesitan confrontar su definición de éste (y de lo que es el amor en general), pues vienen con una idea muy propia de nuestra cultura de que es equiparable al concepto de autoestima que se maneja normalmente. La razón es que dentro de la línea de la psicología budista una de las principales cualidades a cultivar y que he mencionado mucho en previos posts, es la autocompasión, que promulga una idea de amor propio un poco diferente de la de autoestima. Este artículo pretende explicar un poco las diferencias entre ambos conceptos con el objetivo de que teniendo claro el terreno, nuestro cultivo sea más fértil.

Según el diccionario de la RAE, “autoestima” se define como “valoración generalmente positiva de sí mismo”. Por su parte, en el DRAE no aparece una definición del término “autocompasión”, aunque la compasión se define como el “sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias”. Desde la perspectiva budista en cambio, si bien se avala que la compasión es una emoción que se despierta en contacto con el sufrimiento del otro, la lástima o la piedad no necesariamente están en su haber. En su lugar, se hablaría de “ponerse en los zapatos del otro” y del despertar de un deseo de ayuda que lleva a la acción*.  Así mismo, pese a que la compasión no es lo mismo que la empatía, la aceptación, el altruismo o la amabilidad, estos están relacionados de manera íntima con aquella y hacen parte de nuestra respuesta natural compasiva ante el sufrimiento. La autocompasión sería esto mismo pero llevado a la relación con uno mismo y el propio padecer.

Como se puede observar, autocompasión y autoestima difieren en muchos aspectos, pero hay aún un matiz más importante: Cuando identificamos el amor propio con la autoestima, estamos diciendo que amarnos a nosotros mismos es valorarnos positivamente, es decir, pensar bien de nosotros mismos. Así, el amor propio se reduce a una actitud mental de juicio positivo. Si en cambio entendemos el amor propio como auto-compasión, este será una apertura del corazón a uno mismo que genera acciones benefactoras y amables de ayuda. A nivel mental esto estaría acompañado por una mente presente y no juiciosa. La autocompasión es transversal entre la mente, el corazón y la acción, a diferencia de la autoestima.

Y entonces, ¿qué es amarse a uno mismo desde esta perspectiva? Es abrir nuestro corazón frente a nuestro dolor y tratarnos amablemente. Es estar presentes con nuestro sufrimiento y no juzgarnos, practicando la aceptación radical. Es actuar incondicionalmente de cara a nuestro sufrimiento, dándonos lo que necesitamos, ayudándonos a aliviar el dolor.

Si lo leído os instiga a cultivar la compasión por vosotros mismos, en este post os doy una técnica para comenzar a caminar en este sentido.

*Una nota interesante: contemporáneamente hay varios grupos de investigación -principalmente en universidades estadounidenses como Berkeley y Stanford- que se dedican parcialmente al estudio de la compasión-, y fruto de sus esfuerzos han ofrecido una variada taxonomía de lo que esta es y llegado a definir más de 20 tipos de compasión que varían entre sí en algunas características base.

Esperando que os sea útil y que el amor crezca en vuestros corazones, ¡nos vemos en la siguiente entrada!

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