Una de las  enfermedades más comunes que sufrimos en esta época es la de sentir que no somos dignos, que somos deficientes, que no merecemos, que algo está mal con nosotros, que de alguna manera no somos suficientes tal cual somos. Es una especie de manifestación del miedo a la vida en la cual todo aquello que ocurre en nuestro entorno y no nos gusta, se refleja en nosotros mostrándonos culpables, llenándonos de vergüenza y de miles de tareas que deberíamos hacer para corregirnos y que en nuestra fantasía representan la llave del control para una vida sin sobresaltos. Así, nos movemos en un ciclo que va del no merecer a la vergüenza/culpa y de estas al esfuerzo (que la vida probará insuficiente), y volvemos a empezar.

A menudo en la consulta, personas que han avanzado en su proceso de autoconocimiento pueden relatar con gran detalle esta sensación de duda sobre sí mismos, de falta de autoconfianza, exigencia y crítica severa por no tener una vida o unas relaciones o unas conductas que sean compatibles con un imaginario de perfección no humana con el cual mantienen perpetua comparación. Independientemente del éxito alcanzado, del entrenamiento realizado o del sudor implicado, siempre hay una voz que dice “no eres suficiente”, y si las cosas fallan “es tu culpa”, “escóndete”. Pero más interesante es la voz que aparece cuando las cosas van bien y que dice “pronto irán mal”, “la gente que te quiere descubrirá que eres un fraude”, “eres un impostor”. Cuando le revelo a las personas que lo sufren, que este es un síndrome bastante común, la gente parece no comprender cómo una experiencia tan íntima y que parece tan vinculada a su ser -a quienes son particularmente y las circunstancias que están atravesando-, puede ser transversal a muchos de nosotros. ¡Pero lo es! porque en realidad no hay mucho de individual en que la vida transcurra como suele con sus vicisitudes, son nuestros ojos que están tan auto-centrados que interpretan todo acontecer externo como un asunto personal.*

Una vez se reconoce la enfermedad del no-merecimiento, podemos ver cuál es el efecto de este en nuestras relaciones. La primera conclusión a la que suelen llegar las personas es que, inseguras, “mendigan” amor al otro y se sobreesfuerzan pasando sus propios límites para complacer. Sentirnos indignos puede hacernos establecer relaciones inequitativas y desbalanceadas donde la culpa y la vergüenza rondan nuestra mano. Ahora, esta actitud de mendicidad y afán por agradar, puede ser malinterpretada como gran amor, como un amor que da con amplitud, pero ¿lo es?.

[Si hasta ahora te has sentido identificado/a, te invito a leer el resto de este artículo en tu mejor espíritu de aprendiz, es decir, sin juicio y con auténtica curiosidad de auto-observación. Esta reflexión no te será útil a menos que logres contemplarte con amor]

Probablemente el mayor insight que me ha aportado el buceo sobre la sensación de indignidad es que está acompañada de sospecha cuando alguien se aproxima con cariño, reconociendo nuestras virtudes. Esta sospecha que a veces toma los visos del miedo y a veces los de la necesidad, nos impide amar, nos impide realmente dar nuestro corazón. Para amar plenamente es necesario que estemos presentes, no elucubrando maneras de compensar nuestras faltas o de conquistar el amor que sentimos que no nos llega. La culpa/vergüenza manifiesta un vacío en nuestra compasión, y dispara el sistema de defensa y protección que no permite a nadie entrar completamente en nuestro corazón. Frente a esta realidad, sólo se puede aceptar la premisa Budista de que para aprender a amar hay que aprender a amarse. El lugar donde empezar es abrirte desde el centro a quien eres en tu totalidad, así que aquí te dejo algunas preguntas para reflexionar: ¿Qué cosas quisieras hacer esta semana para convertirte en ese gran amante de ti? ¿Qué entiendes por expresiones de afecto y de qué maneras las puedes materializar contigo mismo/a? ¿Qué prácticas te ayudan a estar presente y cultivar la compasión?

*Esta es la expresión de una de las causas del sufrimiento citadas por Buda y a la que dedicaré futuros posts.

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