Una de las razones por las cuales terminé por decantarme por una intervención psicoterapéutica con enfoque budista es el énfasis que el budismo hace en el desarrollo de la sabiduría compasiva como herramienta para producir felicidad sostenible tanto del individuo como de su entorno y de todos los seres. La idea básica de solucionar las cuestiones de la vida desde un lugar tanto práctico como profundo y trascendental ganó mi atención desde el principio, pero la comprobación desde mi propia experiencia y en el trabajo con pacientes acerca de que el cultivo de una mente más abierta y libre es la semilla para una mayor plenitud y  disminución del sufrimiento, es lo que me ha conducido a introducir cada vez más el enfoque contemplativo en mis sesiones. En este post me gustaría presentaros cuatro (entre las muchas) importantes comprensiones que los budistas nos otorgan y cuya aplicación a los procesos de desarrollo resulta en un verdadero cambio de la mente hacia sitios más expansivos:

1. Hay causas para la felicidad. La clínica que se enseña en muchas universidades en occidente está bastante centrada en encontrar las causas de la infelicidad y aplicar métodos para subsanarlas, repararlas y reconducirlas. La incursión del budismo en la psicología occidental ha significado una influencia que ha comenzado a poner de relieve que el desarrollo humano ocurre no sólo cuando solucionamos un trauma que nos hace infelices, sino cuando comenzamos a adiestrar nuestra mente y a llevar una vida que -integralmente- nos lleva hacia la felicidad. La comprensión tibetana de que la felicidad tiene sus causas en nuestras acciones, pensamientos y palabras, y que el cultivo de estos en un proceso de constante elección virtuosa -y no otra cosa- es lo que conduce a la dicha, es un puntal en los procesos psicoterapéuticos, pues encarna el momento de compromiso y amor propio que requiere darse a uno mismo una vida plena.

  • Una pregunta para ti sería: ¿Qué prácticas, palabras o pensamientos has detectado que construyen felicidad duradera en tu vida?

2. Aprendemos a elegir sabiamente: A veces, después de descubrir qué cosas son las que pueden hacernos más felices podemos evaluar las elecciones que hemos hecho en nuestra vida, ver sus resultados y pensar que no estamos habilitados para crear felicidad. A mí me ha ocurrido, con la subsecuente sensación de impotencia. No obstante, la neurociencia contemporánea nos recuerda algo que los maestros sabían bastante bien hace ya 2.500 años: Que el cerebro es neuroplástico y que por ende es posible transformarlo, generar nuevos caminos neuronales más sanos y plenos. La idea budista de que todo está en continuo cambio es, creo, un punto de partida esperanzador para quien emprende un proceso psicoterapéutico. Saber que podemos cambiar y desarrollar la sabiduría que nos conduce a elegir lo que es mejor para nosotros en las pequeñas y grandes cosas, nos presenta la oportunidad de concebir un panorama mejor para nuestra vida basado en el compromiso con nuestro bienestar y el de todos los seres.

  • Una pregunta para reflexionar en este punto es: ¿Qué cosas eliges en tu cotidianidad desde el compromiso con tu bienestar? ¿Cuáles te gustaría añadir?

3. Podemos afianzar nuestros valores y cultivarlos: Desde luego, tomar las decisiones que son causa para la felicidad, requiere un apuntalamiento de nuestros valores, pues es con referencia a ellos que la evaluación y elección se dará. Descubrir qué es lo que valoramos y poner nuestra intención en enriquecer esos valores y actuar acorde a ellos genera grandes sensaciones de satisfacción vital.

  • Una pregunta aquí sería: ¿Cuáles son tus valores? ¿Qué tan alineado te sientes con ellos en tu día a día?

4. La sabiduría es compasión: Esta es quizá una de las cosas más entrañables para mí, de la manera como los budistas conciben la mente. Dentro de esta mirada, la apertura de mente es indisociable de la apertura de corazón. Desde este punto de vista, elegir sabiamente es elegir compasivamente; las elecciones desprovistas de compasión no conducen a la felicidad. Incursionar y estar en contacto con aquellas cosas, prácticas, personas o seres que nos abren el corazón,  puede ampliar la mirada que tenemos de nosotros mismos y llevarla hacia la aceptación plena y el amor. Cuando más sana me siento es cuando más amo, esto me impactó mucho cuando contacté con el mundo budista.

  • Y para ti, ¿qué cosas te hacen sentir sano, pleno? ¿Qué cosas abren tu corazón?

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