La escritura me ha dado tres tesoros que me gustaría compartir con vosotros. Se encuentran en la raíz de mi experiencia y actúan como motores de mis talleres de escritura transformadora.

El autoconocimiento. Conócete a ti mismo, decían los griegos. Me cuesta encontrar alguna técnica que resulte más útil para este propósito que la escritura. Escribir siempre me ayuda a tomar decisiones, a reflexionar, a actuar cada vez más sabia y alineadamente. Al escribir se desatan mecanismos que cuando hablamos o pensamos sin la ayuda del papel, se hacen más difícilmente asequibles, adquirimos claridad y estructura. En la medida en que escribimos y nos conocemos, podemos también amarnos más plenamente, entregarnos a la vida y ponernos en acción desde nuestro poder. La escritura es una buena llave para abrir nuestras puertas hacia dentro.

La belleza. En medio de una importante crisis en mi vida encontré que la fijación en el trabajo me había hecho perder el rastro del goce y la espontaneidad. En ese momento, escribir resultó muy enriquecedor pues me hizo recuperar espacios para expandir mi capacidad de disfrutar, de sorprenderme y verme profundamente de una manera amplia. Me reencontré entonces con la evidencia de que sólo por pertenecer a la especie humana todos tenemos una infinita habilidad para hallar la belleza que hay en todas las cosas, de contemplar, jugar y gozar de los sentidos. La escritura creativa nos ayuda a poner los ojos en lo hermoso; nos cambia la vida porque nos nutre, nos amplía y nos re-crea.

La libertad. A lo largo de mi propio proceso de desarrollo, me he encontrado con diferentes facetas de mí misma que por no gustarme o no conocerlas bien, no he querido reconocer. En la sombra, entorpecían mi camino, pero al mirarlas francamente me han traído fuerza y dominio de mi vida. Como las mariposas que salen de su crisálida, la transformación ocurre cuando nos atrevemos a romper las cáscaras que no nos permiten compartir con otros nuestra riqueza. La escritura desde un lugar de aceptación plena  ayuda a ir sacando el agua del pozo interno y a verla sin juicios. Dejar que nuestra totalidad vea la luz nos dota de la libertad de ser todo lo que somos. A mí, sin duda, escribir me ha hecho más libre.

Toma valentía conocerse, vivir una vida bella y libre. ¡Celebremos juntos el atrevimiento de ser!

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