Muchas personas vienen a terapia buscando sentirse mejor respecto a determinados temas en su vida, organizarse internamente, comprender y sanar. Una parte de la labor que ejerce el terapeuta para estos fines es la de ayudar al cliente a reflexionar y acompañarle en el es establecimiento de un hábito reflexivo en solitario. Quisiera definir reflexionar como una acción orgánica -mental, emocional y física- de examinar nuestra conducta, las causas que la generan y los efectos a corto y largo plazo que derivan de ella. De acuerdo a esta definición, la reflexión no es un quehacer mental, sino transversal: nos atraviesa. Para reflexionar usamos todas nuestras inteligencias según sea el caso, por eso es posible que personas muy sesudas no sepan reflexionar, así como que otras que parecen poco dotadas intelectualmente consigan hacerlo muy bien.

Me gustaría mencionar tres razones por las cuales es importante aprender a reflexionar:

1. De la calidad de nuestra reflexión depende la toma de decisiones satisfactoria, y en consecuencia, la felicidad propia y la de otros. Al percibir con nuestras inteligencias las motivaciones y las consecuencias de nuestros actos podemos evitar el sufrimiento. El Dalai Lama menciona la reflexión como algo indispensable para desarrollar nuestra compasión y nuestra bondad, favoreciendo la felicidad de todos los seres.

2. La reflexión va de la mano con el autoconocimiento y este, con la capacidad de ser maestros de nuestras vidas. Pensar y sentir lo que nos ocurre en torno a circunstancias, personas, decisiones específicas, etc. nos permite ir transitando por la vida de una manera más consciente y más certera.

3. En general, es mucho más fácil reflexionar si nos hacemos acompañar por alguien que pueda prestar una escucha lo más neutra y objetiva posible, de esta manera podemos acceder a contenidos que nos son desconocidos y permanecen ocluidos por ser dolorosos o indeseados. Al traer estos a la luz ocurre la alquimia interna de la transformación. Por esta razón considero que la terapia -o relaciones similares- es indispensable para el autoconocimiento y el desarrollo de la conciencia. La espiritualidad aunque esté muy cultivada (entendiendo por esta la relación con Dios) o la reflexión introspectiva son insuficientes para encontrar las joyas que nuestra psique ha escondido de sí misma; es necesaria la relación con otro u otros.

Sólo resta añadir que si bien reflexionar no siempre es placentero, a menudo es fértil. En la reflexión se pueden cultivar los frutos de un mundo más armónico y feliz.

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