Un buen porcentaje de las personas que está atravesando una crisis vital de cualquier tipo, manifiesta tener pensamientos suicidas, es decir, pensamientos que parecen reflejar un deseo de morir, por ejemplo: “quiero estar muerto/a”, “desearía no haber existido”, “quiero matarme”, “Quiero que pase algo trágico que resulte en mi muerte”, y un largo etc. Para algunas personas incluso el reparar en que este tipo de pensamientos aparecen en su crisis, ha sido el punto de impulso para venir a terapia. En este artículo me gustaría hablar sobre algunos mitos respecto al pensamiento suicida, que he encontrado en las sesiones con clientes, y dar algunas claves para lidiar con ello.
Mito 1. Tener pensamientos suicidas es anormal/ me convierte en una persona desequilibrada
Algunas personas están menos preocupadas por el hecho de haberse percatado de sus pensamientos suicidas que por lo que esto implica en su imagen de sí mismos. Consideran que el hecho de tenerlos los transforma o los hace pertenecientes a una élite de personas anormales o perturbadas. Para estas personas tengo una buena noticia: Tener pensamientos suicidas es muy normal. Casi cualquier persona con un poco de insight interno podrá constatar que en algún momento de su vida ha te nido ideas de este tipo con mayor o menor intensidad. Si en algo te convierte tener pensamientos suicidas posiblemente es en humano, a secas. El pensamiento suicida, en la mayoría de casos, es un aliado autocomplaciente y dramático de nuestra tendencia natural a la evitación del dolor: En vez de atravesar esto que duele tanto, ¡mejor morirse! Por consiguiente, es también un recordatorio de nuestra corta visión que no consigue ver la vida como una concatenación de hechos de toda índole, relativizando entonces el hecho doloroso. Tanto la evitación del dolor como la ilusión de que este es absoluto y permanecerá, son dos rasgos humanos intrínsecos. También lo son los mecanismos que se desprenden de ellos, tales como la ideación suicida.
- Clave para lidiar con ello: Tomar perspectiva. Tener en cuenta la impermanencia de la vida (todo pasa, de verdad) y el hecho de que todos los seres sufren, tal como tu, puede ser útil. Si conseguimos encontrar que este sufrimiento no nos separa, sino que nos une, y permitirnos nuestra humanidad con todo lo que es, podremos vivir con mayor liviandad nuestros juicios de anormalidad y transmutarlos en reconciliación con nuestra naturaleza.
Mito 2. Tener pensamientos suicidas es indicio de que mi crisis es muy profunda
En muchos casos, la ideación suicida es sólo indicio de que queremos un cambio y un cese del sufrimiento, lo cual es ya algo muy positivo porque puede ser el comienzo de un proceso de transformación hacia la liberación, la aceptación y la (auto)compasión. Como escribí en el punto anterior, la ideación suicida es normal y ocurre a las personas como mecanismo de búsqueda de salida. Posiblemente no indique que tu crisis es profunda, sino que necesitas más herramientas para vivirla con plenitud y transformarla.
- Clave para lidiar con ello: Tomar la oportunidad. Una crisis puede ser el comienzo de un autodescubrimiento rico y de un camino hacia una mayor integración y completud. Profunda o no, toda crisis es una oportunidad para crecer y contiene un insondable poder transformador.
Mito 3.Tener pensamientos suicidas es equiparable a quererse matar
La naturaleza de la mente es ser dispersa y divagar. Entre los miles de millones de pensamientos que tenemos al día, muchos de ellos no representan ni están ligados de ninguna manera a nuestras acciones ni deseos genuinos. En muchos de los casos en que tengo la oportunidad de indagar conmigo misma o con mis clientes en los pensamientos de suicidio, la pesquisa muestra que sabiendo la fragilidad del cuerpo humano y lo fácil que sería interrumpir la vida, realmente no hay un deseo íntegro de morir que lleve a la acción. Es decir, los pensamientos que expresan “quiero morir” no significan realmente que estemos en disposición de, efectivamente, matarnos/estar en un accidente/morir. Es más, para muchas personas, pensar en la muerte es agradable y genera una pasión recóndita, porque imaginan este hecho rodeado de un afecto del que sienten carecer en su vida real (seres queridos que lloran tras la pérdida, sepelios atestados, personas arrepentidas sobre el cadáver). En este caso, las fantasías de muerte, además de ser huida, son fantasías de amor; nada que ver con el fin de la propia vida.
- Claves para lidiar con ello: Tomar distancia. Una de las bondades de la meditación es que permite separarnos de la mente divagante y observar esa divagación sin identificarnos con ella, sin tomarnos tan a pecho todo lo que pensamos.Distanciarnos de nuestros pensamientos permite evaluarlos con serenidad y a la vez, desdramatizar aquello que vivimos intensamente. Para comenzar, sólo hace falta un poco que quietud y atención a la respiración. En general, considero que es muy útil tener una práctica habitual que promueva tomar distancia de nosotros mismos. Te invito a que explores y encuentres la que a ti te sirve mejor entre las infinitas opciones (cualquier tipo de meditación, yoga, deportes de diversas ramas, sexo tántrico, oración, psicoterapia…).
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